Decirle a alguien que te ha inspirado a escribir es como una confesión de amor. Sólo alguien en quien has logrado ver más allá que lo que los demás ven es una señal de alto aprecio y respeto hacia la persona. Podría significar amor. Simplemente algo de esa persona te ha cautivado. Sientes un deseo por querer manifestar con palabras, creando oraciones que sean parte de una narración; aquel sentimiento que inunda tu interior al pensar o ver a la persona. Es inexplicable la felicidad que se tiene al convivir o ver a dicha musa. Pero a veces se vuelve enfermiza la necesidad de ver a la persona. Uno, inconscientemente se vuelve dependiente para poder inspirarse, olvida momentáneamente que hay más que esa persona. Ese algo que te cautiva te ciega de lo demás.
Declara tu amor a las palabras y no a la persona. No rompas la magia y misterio que hay entre ti y la desconocida musa. No quieras conocer más a fondo: podrías decepcionante.
La inspiración no siempre tiene que nacer de la felicidad (amor) o la tristeza, todo sentimiento o experiencia puede brindar inspiración, no sólo a un escritor sino a toda persona creativa.
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