Todos los días son diferentes...pues no en todos te veo.
Cuando te veo es un sentimiento de nervios, como si estuviera espiándote, con el miedo de que nuestras miradas algún día se crucen e intuyas que te estaba observando.
Un presente, quiero darte algo.
Cada día pienso y pienso...sé mucho y a la vez nada de ti.
Los meses pasan, yo sigo pensando.
En mis pensamientos siempre te inmortalizas leyendo un libro...¡claro!, un libro. Amas leer.
En mi desesperación por saber que te agrada y que no tuve que acercarme a ti, preguntar que leías...para mi alivio contestaste, algo fríamente, pero lo hiciste.
Te cuestione poco y me fui, directo a la librería con un sentimiento cálido en mi pecho.
Espere a que los días pasaran.
La espera parecía de no acabar pero yo me impuse esa espera.
Me acerque y te lo di.
Me viste y lo rechazaste, no querías nada de un extraño. Insistí, pero seguías rechazándolo.
Entre tú y yo solo quedo un amargo encuentro, varias lágrimas brotaron y me fui. Ni siquiera me moleste en entrar a clases, simplemente me fui.
Pensé en vender el libro pero no podía, es algo que compre especialmente para ti, pensando en ti.
Lo guarde, pues me vi incapaz de dárselo a otra persona que no fueras tu.
Todos los días trato de no verte.
Todos los días son diferentes...pues en algunos te veo por error.
Cuando te veo es un sentimiento que me tortura y frialdad en mi pecho.
Ahora los días pasan sin sentido. Eso me ocurre por poner todos mis sentimientos en ti.
Al final, tire el libro junto con estos sentimientos. No viviría odiando el amor por aquello.
Ahora iba en otra escuela y no te vería más pero si me enamoro que sea de alguien con quien por lo menos cruce palabras.
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