Nos llevávamos de una manera poco sutil. Nunca fue problema.
Pero tú eras muy "fino", de hecho te lo decía.
Pasaron los meses y nuestra relación era la misma, no aumentaba ni disminuía.
Un día vi que me agarraste confianza, en vez de ponerme feliz, me sorprendió e intente ver hasta que punto me revelarías información sobre el tema. No fue demasiada pero me dejaste impresionada, jamas toque el tema de nuevo ni tu...
¿Por qué eres cínico?, haces y deshaces...lastimas y lastimas y quieres seguir como si no hubieras hecho nada. No vas enserio pero ¡comprende!, a una mujer no puedes irle con juegos de palabras tan bruscos, no por mi...por otras chicas, yo solo te seguía el juego y paraba cuando ambos lo decidíamos de esa forma.
Colmaste mi paciencia e instintivamente te insulte, no quise, o tal vez si...me sentí algo liberada y nerviosa. Tu expresión me ponía nerviosa, te fuiste y al día siguiente no nos hablamos, ni al siguiente ni nunca...
Llego el día en el que pediste las paces, acepte con dudas, ¿por qué no iba a aceptar? pero se me hacia raro que fuera tu el que lo haya decidido, claro no pasaron días ni semanas, pasaron meses, un semestre entero y ahora nos hablamos pero te conozco, te conocí mejor estando lejos de ti que cerca. No eres el mismo por fuera pero por dentro tienes la misma actitud y los mismos gustos aunque lo niegues, y lo hayas negado antes.
Compartes tus logros con la misma emoción con la que un niño le enseña un dibujo a su mamá, bromeamos como si nada hubiera ocurrido y el tema sobre habernos peleado no lo tocamos jamás.
Dicen que los amigos del sexo masculino son más confiables pero tú...es dudoso confiar en ti, yo no confío, te doy la mínima pues sin nada no seriamos "amigos".
Cínico y sincero, deberían ser tus apodos.
Ahora pareciera que nuestro destino era nunca habernos peleado, de cierta forma nos divertimos demasiado entre nosotros, no necesitamos de nadie más...la pelea parecía una excusa para ver quien podía resistir más sin el otro y si conseguíamos encontrar alguien que suplantara el lugar que ocupaba cada uno en nuestras vidas. No encontré a nadie, tu tampoco.
Estuve bien, me había acostumbrado a tu silenciosa ausencia y el tener tu compañía de nuevo me hizo ver que es como si hubiera estado aguardando por el regreso de tu presencia pues no causaste cambio alguno en mi balance de vida...a veces solo me pregunto si en verdad estuvimos lejos.